En Busca del Toro – Cuento Zen

En Busca del Toro – Cuento Zen Los dibujos que se reproducen aquí representan los pasos que conducen a la iluminación espiritual. Son versiones modernas del pintor Tomikichiro Tokuriki, creadas a partir de dibujos originales del maestro Chino Kukuán, del siglo XII; ellos, a su vez, provienen de anteriores cuentos taoístas. Simbolizan la combinación de lo sagrado y lo profano. El toro representa la naturaleza animal en el ser humano, la cual es una con su naturaleza espiritual. La lucha por armonizar los impulsos o apetitos físicos equivale también a integrar los del espíritu. El aspirante se puede valer de estas imágenes para evaluar su adelanto o descubrir en qué etapa del sendero espiritual se encuentra.   Primera imagen: La búsqueda del toro Representa la etapa en la que el hombre aún no conoce su verdadera naturaleza, pero de algún modo ya ha iniciado su búsqueda. En esta etapa desea encontrarla aunque ni siquiera sabe qué es ni tampoco está seguro de reconocerla cuando la encuentre. Otras veces experimenta la búsqueda de algo, con tal de escaparse de las circunstancias actuales que, por lo general, no son placenteras. La vida tal cual es, resulta una carga pesada y – él o ella piensa – seguramente habrá una forma mejor de vivir. La mayoría de los que han iniciado la «búsqueda» están en esta etapa.       Segunda imagen: Encontrar la senda En esta etapa el buscador descubre indicios y pistas en una o más tradiciones espirituales, es atraído por la lectura de libros de sabiduría, asiste a conferencias sobre el tema, conoce maestros y se da cuenta de que otros han recorrido el mismo camino, él no es la primera persona en darse cuenta que hay algo inefable por alcanzar. Esta etapa, por lo general, empieza con la práctica de ejercicios de yoga, meditación u otras disciplinas. A través de ellas experimenta sensaciones asociadas con el espíritu. En la primera imagen el campesino busca por todos lados, sin orden alguno, mientras que en la segunda ya es una búsqueda más enfocada y dirigida.         Tercera imagen: El primer vislumbre Esta viene a ser la primera experiencia espiritual, mediante la cual el aspirante llega a ver su propio yo y a sentir como la energía se despierta en él. Equivale al primer contacto con el maestro que lo inicia o le transmite la energía. Esta es tanto energía física como espiritual. El objetivo del buscador va a consistir en elevar esta energía hacia la conciencia más que en reprimirla o vencer lo animal en él. El primer vislumbre también puede provenir de experiencias religiosas en la forma de visiones celestiales. En resumen, el primer vislumbre, es...

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Enseñanzas de Roshi Ryu Nan

Enseñanzas de Roshi Ryu Nan Dar Nuestro nacimiento en este mundo se debe, sin dudas, al dar de la madre. Eso se llama amor, puesto que el amor no es otra cosa que dar. Dar es darse completamente sin esperar respuesta ni retribución. El bebé lo sabe. Pero muy rápidamente nuestra frágil conciencia se va envolviendo en el caparazón del ego y se acostumbra sólo a pedir. Así comienza nuestro sufrimiento puesto que el egoísmo pide y pide y nunca está completamente satisfecho. Por lo general, nuestro dar es condicionado. Un especie de trueque. Tanto me das, tanto te doy. Eso está bien para el comercio, pero con la vida no funciona y al final siempre se termina perdiendo. Cuando se hace contabilidad con los afectos, el saldo es siempre negativo. En El Principito, Saint Exupery escribió: «Los hombres compran cosas hechas a los mercaderes, pero como no hay mercaderes de amigos los hombres se han quedado solos». El verdadero amor no tiene límites. Y como no tiene límite, todo lo que des te será devuelto. «Siembra viento y cosecharás tempestades». Siembra aunque sea una mirada de afecto, un gesto cariñoso, y recibirás todo el amor del universo. Nuestro primer acto en esta vida fue una inspiración. El aire estaba ahí, esperándote, y llenó tus pulmones. Pero para continuar vivo tuviste que expirar. Recuérdalo. Dar es la clave. Sin dar no hay recibir. Y cuanto más se da más se recibe. Esta es una ley cósmica, universal. Si se comprende esta ley, si se la pone en práctica, nuestra vida cambia sustancialmente. Tal vez al principio te cueste, por que piensas que si lo das todo te quedarás vacío. No tengas miedo. No es así, porque todo lo que das siempre vuelve a ti multiplicado. Inténtalo. Compasión Compasión es con – pasión. La pasión es uno de los grandes temas del ser humano. Es el motor que mueve al mundo. Une a los amantes y promueve las bellas artes. Pero también genera guerras y luchas por el poder. Nace de las entrañas. Es el amor hecho cuerpo. El apasionado se entrega de cuerpo entero a aquello que ama y pone en ello toda su energía. Pero este sentimiento va generalmente acompañado de envidia, ansiedad, angustia, temor. Para el común de las personas, la pasión está siempre relacionada con el sexo, con los celos, las intrigas y las lágrimas. Con la emoción desbordada y el sentimentalismo. Esa es la pasión que conocemos. Cuando el amante dice: «Te amo más que a nada en el mundo», lo que en realidad está diciendo es: «No debes mirar a ningún otro más que a mí». Mal que nos pese, nuestras grandes pasiones son...

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Psicoanálisis, Matemáticas y Zen

Psicoanálisis, Matemáticas y Zen Intersecciones Que el universo del discurso sea inconsistente, que algo del discurso no halle en él su curso, es decir, que la vía del significante no pueda responder por el Todo, no es algo que a los analistas pueda dejarnos indiferentes, en la medida que, si bien el inconsciente posee una dimensión que es la de un saber articulado, como discurso del Otro, esa dimensión conlleva un límite, cuyo abordaje diferencia radicalmente la práctica psicoanalítica de cualquier otra. Tomaré una doble vertiente de referencia para abordar la noción del «no -Todo» en el psicoanálisis tal como la decanta Lacan, pero que una atenta lectura de Freud no nos impediría hallarla en su obra. Tomar las relaciones del sujeto con el saber y la verdad por el sesgo de las religiones y de la ciencia moderna no es mera analogía intelectualista, mucho menos cuando sabemos del esfuerzo de Freud al trazar las coordenadas de la religión Judeo-cristiana, que no tenía otro sentido que hacer aparecer en ellas los mecanismos conocidos de la neurosis obsesiva. Tampoco es de poca monta que Lacan hay promovido al sujeto de la ciencia como el sujeto implicado en la praxis psicoanalística misma (1). ¿Qué puede decirnos el budismo acerca de las relaciones de su sujeto con la verdad? En principio, y para no forzar relaciones, dejemos sentado que Buda no es Dios, lo que equivale a decir que el mito freudiano del padre no halla su operancia en los sujetos cuyo Otro (A) implica al primero. O sea, el universo simbólico que configura a la cultura oriental no es el mismo que el nuestro, sujeto a la arcilla occidental judeo-cristiana, lo cual dicho sea de paso, hace improbable, y tal vez impensable, al psicoanálisis en Oriente. Pero comunicadas ambas religiones por el rasgo común que Lacan aisla en todo sentido religioso (2), la reflexión sobre el budismo se nos autoriza por lo que de agujero, pérdida o falta haya en él. Leemos en Douglas Hofstadter al tratar el budismo que «la postura del Zen es que las palabras y la verdad son incompatibles o que, al menos no hay palabras que puedan capturar la verdad «(3). Se nos dice que la meta de esta religión es la iluminación, la cual consiste en trascender el dualismo, es decir la división conceptual del mundo en categorías. Pero la esencia del dualismo se halla en la palabra, ya que cada palabra representa una categoría conceptual. Pugnará la filosofía Zen, por tanto, de librarse del dualismo (sin que sea del todo erróneo atribuirle a éste el color de la dimensión imaginaria) de las palabras, mas propias al engaño que al revelación última. «Las palabras -continúa...

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La Soberbia

La soberbia necesita adornos. Como es bien sabido, la soberbia es uno de los siete pecados capitales. Pero antes que pecado, yo diría que es un enorme desperdicio de energía tratando de aparentar aquello que en verdad uno no es. Un soberbio es un ego inflado. Cuanto más pequeño, más energía hay que insuflarle. Pero, como todo aquello que se infla, siempre tiende a desinflarse. Entonces el pobre ego anda todo el tiempo atareado, tratando de sostener la presión para mantener su imagen. Necesita cosas con las cuales adornarse y necesita –sobre todo- de los otros. Oyentes, escuchas. Súbditos. Necesita de un público. Alguien a quienes mostrarle lo grande que es, lo importante, lo rico o lo inteligente que es. Hombre o mujer, viene en todos los tipos y colores. Y los adornos que utiliza para sostener su orgullo son de lo más variados. Desde su flequillo a su auto. Desde su colección de revistas antiguas a sus habilidades culinarias. Todo puede ser. No importa tanto la cosa en sí como su forma de presentarlo. Incluso la modestia –que es su opuesto- puede ser un adorno. “Ojo que, si me lo propongo, puedo ser el más modesto de todos.” La soberbia agranda, magnifica, destaca. Necesita de un pedestal, o por lo menos de tacos altos. Y allí abajo… los súbditos, los comunes, los inferiores. Porque una de las formas de la soberbia consiste en achicar a los otros para agrandarse uno o, lo que sería lo mismo, brindarles a “esos pobres” su mirada magnánima. Lo que los soberbios no saben –o tal vez si y por eso están siempre a la defensiva- es que es muy fácil desarmarlos. Es suficiente con encontrar cuál es el motivo de su orgullo y agrandarlo. Halagarlos, mostrándoles lo magnífico que él o ella son. Por más soberbia que sea una persona, si se insiste suficientemente sobre ese punto, termina desarmándose. La soberbia necesita de los halagos. Y cuando no los tiene se enoja: “¡Usted no sabe con quién está hablando!” Pero si se los aumenta, entonces se inflan a más no poder, hasta que en algún momento terminan estallando y se transforman en los pequeños seres que verdaderamente son. De algún modo, la soberbia es semejante a la comida chatarra: engorda, pero no alimenta. El ego se expande y engorda, pero en lo íntimo uno permanece flaquito y esmirriado. Es triste. No vale la pena tanto trabajo, tanta energía inútil para defender aquello que no puede ser defendido. Que más tarde o más temprano terminará por deshacerse. En el fondo, los soberbios despiertan compasión. A pesar de sus esfuerzos y despliegues teatrales se los ve pequeñitos, frágiles y sufrientes, encerrados en su gran...

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Sutra del Corazón

Sutra del Corazón 摩訶般波羅蜜多心経 Ma-ka-han-nya-ha-ra-mi-ta-shin-gyou El Sutra del gran Corazón de sabiduría 観自在菩薩行深般波羅蜜多時 Kan-ji-zai-bo-satsu-gyou-jin-han-nya-ha-ra-mi-ta-ji Avalokiteshvara Bodhisattva mientras practicaba profundamente Prajna Paramita 照見五薀皆空度一切苦厄 Shou-ken-go-un-kai-kuu-do-is-sai-ku-yaku Percibió que los cinco Skandkhas estaban vacíos y fue salvado del sufrimiento 舍利子色不異空 Sha-ri-shi-shiki-fu-i-kuu Shariputra, la forma no es diferente del vació 空不異色 Kuu-fu-i-shiki El vació no es diferente de la forma 色即是空 Shiki-soku-ze-kuu Por eso la forma es el vació 空即是色 Kuu-soku-ze-shiki Por eso el vacío es la forma 受想行識 亦復如是 Juu-sou-gyou-shiki-yaku-bu-nyo-ze Sentimientos, percepciones, impulsos, conciencia, lo mismo es verdad para estos 舍利子是諸法空相 Sha-ri-shi-ze-sho-hou-kuu-sou Shariputra, todos los dharmas están marcados con el vació 不生不滅 Fu-shou-fu-metsu No se aparecen ni desaparecen 垢不浄 Fu-ku-fu-jou No están sucios ni puros 増不減 Fu-zou-fu-gen No aumentan ni disminuyen 是故空中無色 Ze-ko-kuu-chuu-mu-shiki Por esto en el vacío no hay forma 受想行識 Mu-juu-sou-gyou-shiki ni sentimientos, percepciones, impulsos, conciencia 無眼耳鼻舌身意 Mu-gen-ni-bi-zetsu-shin-i No hay ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo, mente 無色声香味触法 Mu-shiki-shou-kou-mi-soku-hou no hay color, sonido, sabor, tacto, objeto de mente 無限界乃至無意識界 Mu-gen-kai-nai-shi-mu-i-shiki-kai no reino de los ojos y asi hasta que no hay reino de mente conciente 明亦無無明尽 Mu-mu-myou-yaku-mu-mu-myou-jin no hay ignorancia ni extinción de la ignorancia 乃至無老死亦無老死尽 Nai-shi-mu-rou-shi-yaku-mu-rou-shi-jin Y asi hasta que no haya vejes ni muerte ni extinción de la vejes y la muerte 無苦集滅道 Mu-ku-shuu-metsu-dou no hay sufrimiento, origen, detención, muerte 無智亦無得 Mu-chi-yaku-mu-toku No cognición ni logro 以無所得故 I-mu-sho-tok-ko Nada que alcanzar 菩提薩埵依般若波羅蜜多故 Bo-dai-sat-ta-e-han-nya-ha-ra-mi-ta-ko El Bodhisattva depende del Prajna Paramita 心無罣礙 Shin-mu-ke-ge Y en su mente no hay preocupación 無罣礙故無有恐怖 Mu-ke-ge-ko-mu-u-ku-fu Y sin preocupación el miedo no existe 遠離一切顛倒無想 on-ri-is-sai-ten-dou-mu-sou Lejos de toda mirada invertida 究竟涅槃 Ku-kyou-ne-han El alcanza el Nirvana 三世諸仏 San-ze-shou-butsu Todos los Budhas en los tres mundos 依般若波羅蜜多故 E-han-nya-ha-ra-mi-ta-ko Dependen del Prajna Paramita 得阿耨多羅三藐三菩提 Toku-a-noku-ta-ra-san-myaku-san-bo-dai Y logran la iluminación verdadera 故知般若波羅蜜多 Ko-chi-han-nya-ha-ra-mi-ta Por esto, conoce el Prajna Paramita 是大神呪 Ze-dai-jin-shu Es el gran mantram trascendente 是大明呪 Ze-dai-myou-shu El gran mantram brillante 是無上呪 Ze-mu-jou-shu El más grande mantram 是無等等呪 Ze-mu-tou-dou-shu El mantram supremo 能\u-27036 除一切苦真実不嘘 Nou-jo-is-sai-shin-jitu-fu-ko Que es capaz de aliviar el sufrimiento y es verdadero y no falso 故説般若波羅蜜多呪 Ko-setu-han-nya-ha-ra-mi-ta-shu Proclama el mantram Prajna Paramita 即説呪曰 Soku-setsu-shu-watsu Proclama el mantram que dice 揭諦揭諦波羅揭諦 Gya-te-gya-te-ha-ra-gya-te Se fue, se fue, se fue más allá 波羅僧揭諦菩提薩婆訶 Ha-ra-sou-gya-te-bo-ji-so-wa-ka Se fue, trascendiéndolo por completo ¡Oh! ¡Qué despertar! ¡Aleluya! 般波心経 Han-nya-shin-gyou Esto completa el corazón de la perfecta...

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