Sensei Francisco Kamann: Kenshin es el camino de la armonía Profesor de Educación Física y Psicólogo, desde temprana edad mostró un interés particular en las interrogantes acerca del Hombre y el Universo. En primera instancia, esto lo llevó a buscar respuestas en temas como la Astronomía y la Religión, pero sus cuestionamientos no estaban satisfechos del todo. Siendo un adolescente, por casualidad llegó a sus manos un par de libros de Filosofía Oriental y Artes Marciales. Desde entonces ha dedicado su vida a la práctica y enseñanza del Karate – Do. Son las cuatro de la tarde, y en la Academia de Humanismo Cristiano se respira un ambiente algo tenso. Los alumnos están en «asamblea permanente» y protestan contra la Ley de Financiamiento Universitario. En la entrada hay un alumno con un pañuelo rojo en la cabeza y más adentro, un grupo corea una canción de Silvio Rodríguez. Entro a la cafetería a comer algo, ya que con lo ajetreado del día no he almorzado. Reviso las preguntas para la entrevista que tengo programada con Sensei Francisco Kamann, 5º Dan de Karate-Do y principal formador de Sensei Álvaro Bustamante, mi profesor. Mientras mastico una tradicional gorda con mostaza y coqueteo con la cajera, recuerdo que se me encomendó la tarea no menor de conocer algo más de la vida de Sensei Kamann, y además, saber de su experiencia con el Maestro Seiichi Yoshitaka Akamine, creador del estilo Kenshin Ryu que practicamos en nuestro Dojo. ¡Pequeña responsabilidad!. Son las 4:50 y subo al cuarto piso de la Facultad de Sicología, donde Sensei Francisco se desempeña como docente. Lo diviso a lo lejos conversando con un alumno, y antes de poder articular palabra pasa por el lado mío como si nada… A lo mejor no me vio -pienso- o estará probando mi espíritu y mi paciencia -razono en forma algo infantil-. Veo a Sensei entrar en la sala de profesores, espero por unos quince minutos hasta que sale. De nuevo pasa por mi lado sin mediar frase y baja por la escalera… Ahora divago en forma más pueril aún: Será que no soy digno de conocer los secretos de los antiguos maestros… A lo mejor no me conoció, o mis vibraciones mentales no le gustaron… Me encontraba absorto en toda clase de ridiculeces, cuando aparece de nuevo subiendo por la escalera de enfrente. Antes de que siga su camino me acerco y le digo: ¡Sensei Kamann! Me mira sorprendido y dice: ¡Ah! ¡Eras tú!. Mientras me saluda afectuosamente comenta: bajé a la portería a ver si te habían dejado entrar. Lo que pasa es que los alumnos están en protesta, y me imaginé que...
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